Soltar y Atención Plena

 

  El soltar significa dejar de aferrarnos, de apegarnos a algo, sea lo que sea; puede tratarse de alguna idea, creencia, de algún acontecimiento, se puede tratar de un objeto, de algún momento placentero o displacentero, de algún proyecto esperando un resultado determinado, de deseos concretos, etc.

 Soltar nos habla de una decisión consciente de “dejar ir”, aceptando totalmente la situación y fluyendo con la corriente del momento presente, momento a momento, conforme se va desplegando la vida.

 

  Soltar nos habla de dejar de hacer esfuerzo por que las cosas sean de una determinada manera, nos habla de no resistirnos o no luchar contra lo que se presenta , creyendo que las cosas/personas debieran de ser de una determinada manera y no de otra, sin permitir que sean como son, con lo cual quedamos atrapados en la atracción o el rechazo que sentimos hacia ellas, enganchados al deseo, a lo que nos gusta o a lo que no nos gusta.

  Podemos compararlo a cuando la mano sujeta, aprieta algo con fuerza, aferrándose a ello y no permitimos abrir la palma para soltarlo.

 

  Pero ese aferrarnos, agarrarnos, no sólo es con respecto a nuestros deseos volcados a situaciones externas, o agarrar algo con la mano, sino que nos aferramos con la mente, somos nosotros mismos quienes caemos en la trampa, nos atrapamos, nos quedamos atascados, aferrándonos desesperadamente a deseos personales, a ideas y puntos de vista muy limitados, a creencias muy arraigadas, que no nos las cuestionamos y por las cuales sufrimos.

 

  Soltar es darnos cuenta del inconsciente apego con el que vivimos, y para ello debemos permitirnos sentir los miedos que se ocultan detrás de esos apegos, permitir que se manifiesten, sentirlos, verlos y que se disuelvan mediante la atención plena.

 

  Para poder soltar, debemos observar con conciencia, aceptando lo que vemos que nos mantiene atados, permitirnos reconocer las lentes que nos colocamos de manera inconsciente entre el observador y lo observado, y que filtran, tiñen, deforman y determinan nuestra visión. En esos momentos tan difíciles en que nos quedamos enganchados , podemos abrirnos, especialmente si somos capaces de estar atentos, captarlos con conciencia y reconocer cuándo nos quedamos atrapados en perseguir y aferrarnos a deseos, o en condenar y rechazar lo que no nos gusta, al buscar nuestro propio beneficio.

 

  La calma, la visión profunda, la lucidez, la sabiduría surgen cuando podemos reconocer que somos completos en este momento, en el ahora, que esencialmente no nos falta nada, sin tener que buscar, agarrar, ni rechazar nada.

   Soltar cuando una parte de uno quiere aferrarse, resulta más satisfactorio que agarrar. Pero para ello debo estar muy atento, muy consciente, para darme cuenta cuando me estoy aferrando, apegando a algo y poder soltarlo internamente.

 

 

  Vivir todo lo que se me presente, pero sin apegarme a nada, en definitiva, todo es transitorio, pasajero y el apego es lo que nos trae sufrimiento.

                                                      Atención-Atención-Atención. 

                                                                                                                Juani

 

 


                                                                 

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