En su libro ‘El poder del ahora’, Eckhart Tolle recomienda qué hacer cuando en nuestra vida sucede algo que nos molesta o incomoda.
Sostiene que, cuando estamos en paz con nosotros mismos, fluyendo con la vida, siempre tenemos tres opciones que podemos ejercer que no implican sufrimiento. Sin embargo, lo más habitual es que elijamos una cuarta y es, precisamente, sufrir.
Esas tres opciones son:
1. Cambiar lo que no me gusta o pedir por lo que quiero, estando dispuesto a recibir un “no” y a negociar si es necesario. Significa, pues, usar todos los medios posibles para cambiar la situación.
Si tengo frío, me abrigo. Si tengo hambre, como. Si no tengo comida, la busco o la pido. Si estoy enfermo, busco la manera de mejorarme, etcétera.
Si se trata de algo que me molesta en una relación con alguien, utilizo comunicación consciente, es decir que hablo de manera honesta, expresando cómo me siento y cuáles son mis necesidades. Hago todos los requerimientos necesarios, sabiendo que me pueden decir no a todo lo que pido, pero también que me pueden decir sí.
Implemento todos los cambios necesarios, en el convencimiento de que, si son posibles, significa que el universo los está apoyando. En otras palabras, el universo está creando los cambios a través de mí.
Ahora bien, si hago todo lo posible y aun así me es imposible cambiar la situación, entonces tengo dos opciones más, siempre estando en paz conmigo mismo….
2- Aceptar total y profundamente lo que está sucediendo y estar en paz con ello, sin culpar a nadie ni quejarme de nada. Esto no es resignarse ni tolerar, ni capitular, lo que implicaría generar contracciones emocionales de tristeza, resentimiento, culpa o miedo. Cuando aceptamos la vida y nos aliamos a ella, encontramos la manera de disfrutarla tal como es.
Aceptar, ceder y entregarse después de haber tratado de hacer todos los cambios posibles –o incluso mientras aún los estamos intentando– nos provee de muchísima energía y nos hace más creativos.
En virtud de la ley de atracción, atraemos a nuestra vida energías similares a la nuestra. Esta actitud puede brindar muchísima paz interna y fuerza en casos de enfermedades crónicas o terminales, discapacidades físicas sin remedio, la muerte de un ser cercano, tragedias o accidentes. Además, aumenta las posibilidades de nuestro cuerpo de curarse a sí mismo, puesto que no estará gastando fuerza vital en dolor imaginario.
Muchas personas han mejorado de manera sorprendente su calidad de vida, simplemente al encontrar paz interior y al haberse aliado a la vida, en lugar de resistirla.
Pero, aun si no puedo cambiar lo que no me gusta y me es imposible aceptarlo...
3. Alejarme de la situación es la tercera opción que puedo tomar experimentando paz interna.
Por ejemplo, si he llegado a la comprensión de que una de las necesidades más importantes de mi vida es la de estar en paz y disfrutarla, y me encuentro en una situación laboral por la que estoy encerrado todo el tiempo en una oficina donde el ambiente es de tensión constante, con peleas y ruidos estridentes:
a) Uso mi primera opción, que es intentar cambiar la situación. Intento hablarlo con mis superiores, pido un cambio de sección, etcétera. Pero, si aun así, nada cambia...
b) Intento aceptar la situación como es. Sin embargo, me es imposible hacerlo. Termino mi día cansado, malhumorado, mi mente juzga y se queja sin parar.
En otras palabras, estoy sufriendo.
c) Entonces pongo en marcha la tercera opción: me alejo de la situación. Busco otra manera de ganarme la vida, que esté más alineada con mis principios, con mis prioridades y con mis valores de vida.
Lo importante es tener claro que no vamos a negociar nuestro estado de paz interior a ningún precio. Sin embargo, hacerlo no es tan fácil como decirlo.
El obstáculo principal es el hecho de que culturalmente estamos programados para ser víctimas, para quejarnos y sufrir, y ésta es la cuarta opción, la que casi siempre elegimos.
Lo vemos todo el tiempo y lo hemos visto mientras crecíamos. Vimos a nuestras familias, a nuestros maestros y a muchos otros sufrir y no disfrutar de sus vidas, y nos convencimos de que eso es natural y normal. “La vida es sufrimiento”, dicen, y todos estamos de acuerdo, lo creemos y lo transformamos en una verdad.
Sólo puede ser natural y normal en tanto y en cuanto seamos inconscientes de quiénes somos y de qué somos en verdad. Cuando creemos que somos lo que no somos, vivimos la vida desde la mentira. Y, cuando nos mentimos, la consecuencia natural es el sufrimiento.
Cuando ignoramos que podemos elegir y ejecutamos siempre la misma opción, la de ser víctimas, es casi imposible vivir en paz con nosotros mismos. En otras palabras, sin saberlo estamos eligiendo quejarnos y estar ansiosos o preocupados. Estamos optando por juntar resentimiento, por acusar y culpar a los demás, optando por mentir y esconder, y usando muchas otras estrategias para no tomar responsabilidad por nuestras vidas.
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