Nos suele ser más fácil ver el niño herido en los demás, sin embargo, más nos cuesta reconocerlo en nosotros mismos.
Cuando nos relacionamos por medio de la exigencia saboteamos el amor, el respeto propio y el crecimiento interno.
Saboteamos el amor porque nuestra actitud y comportamiento están básicamente centrados en nosotros mismos y no respetamos a la otra persona, saboteamos nuestro propio respeto porque en el fondo, sabemos que cuando actuamos desde la exigencia no nos honramos a nosotros mismos, ni a nadie más y saboteamos nuestro crecimiento interno porque en este espacio nos enfocamos completamente hacia el exterior, para conseguir lo que queremos de fuera o para culpar a los de afuera por lo que no conseguimos.
Las expectativas: combustible de las reacciones y las exigencias
Todos tenemos expectativas respecto de los demás, pero si se mantienen de forma inconsciente, destruyen la intimidad y la armonía, convierten a la persona en objeto de nuestros deseos.
Las expectativas impiden el efectivo crecimiento de un espacio interior más profundo de confianza y gratitud.
En lugar de sentir nuestro miedo, nos trasladamos al niño exigente y nos sentimos víctimas de la gente, las situaciones y la vida.
Es importante descubrir, explorar nuestras expectativas.
Es uno de los trabajos más difíciles, pues en primer lugar, no solemos ni siquiera admitir que las tenemos, solemos esperar que la gente nos de cómo les damos a ellos, o que sean justos con nosotros, que los íntimos nos digan la verdad, que sean fiables y comprensivos. Etc.
¿Como reconocer las expectativas?
1- Ira: Darnos cuenta cuando nos sentimos decepcionados y reaccionamos, ya sea culpando a alguien con ira, aislándonos o con resignación.
Dependiendo de nuestro temperamento, podemos lanzarle a la otra persona nuestra ira y decepción por no satisfacer nuestras necesidades, o podemos esconderlas dentro y dejar que se sigan cociendo en su salsa. Explotamos o explosionamos.
Es penoso ver lo mucho que esperamos y por eso no queremos verlo.
Siempre que nos sentimos decepcionados o enfadados es porque existe alguna expectativa que no se cumplió, ¿Cuál es?
El perdón es superficial y no tiene sentido hasta que no descubrimos cuales son nuestras expectativas.
2- Juicios: Investigando que se esconde detrás de nuestros juicios. A menudo, justo detrás de algún juicio hay algo que deseamos o esperamos de alguien.
3- Acusaciones: Elegir a alguien cercano con una buena relación con nosotros y fijarnos de que manera podríamos culpar a esa persona, acusarla. Culparle por todo lo malo que tenga, por todo lo que no te da, por todo lo que debería cambiar. Bajo cada una de estas acusaciones se encuentra una expectativa.
4- Investigar en las diferentes áreas de la vida:
¿Qué expectativas tenemos respecto al sexo?
¿Cómo queremos que nos hagan el amor?
¿Cómo queremos que alguien esté a nuestro lado en el aspecto emocional?
¿Cuán espiritual queremos que sea nuestra pareja?
¿Qué es lo que esperamos en términos de supervivencia?
¿Qué expectativas tenemos de que la otra persona sea poderosa, fuerte, clara, centrada, segura de sí misma y se mantenga en “su energía”?
¿Qué expectativas tenemos de que la otra persona nos ponga límites?
¿Qué expectativas tenemos que la otra persona sea alegre, creativa, positiva en la vida?
Al investigar las expectativas, podemos darnos cuenta de lo que sentimos en nuestro cuerpo a medida que las vamos repasando, unas pueden tener una carga muy fuerte otras no tanto.
Expectativas positivas
Cuando no se cumple una expectativa, explotamos o implosionamos.
Cuando explotamos, se trata de expectativas positivas que se encuentran detrás de nuestra ira o juicios. Nuestro niño siente que no merece conseguirlas. Positivas porque al menos hay una energía con la que podemos conectar y nos ayuda a reconocer y buscar las necesidades insatisfechas, las expectativas cubren ese agujero que queda al no estar cubiertas las necesidades. En lugar de sentir el miedo o el dolor, transformamos la energía en la expectativa de que alguien o la vida, lo llenara.
Expectativas negativas
Son creencias que mantenemos que nos impiden admitir que realmente esperamos o deseamos algo. Y esto hace que sea mucho más difícil identificar nuestras expectativas pues no existe ninguna energía.
Cuando negamos tener necesidades o deseos, o cuando nos sentimos tan indignos que no creemos merecer nada, escondemos nuestras expectativas en lo más profundo, pero allí están solo que es difícil dar con ellas. Ej. creer que no necesitamos nada de nadie, sentir tanta vergüenza que creemos que no merecemos nada, pero aun así hay expectativas que salen en la forma de sentimientos inexpresivos, en depresiones crónicas, malicia, agresión pasiva o violencia manifiesta.
Encubrimos nuestras necesidades con pensamientos como:
- No está bien necesitar a nadie, tenemos que aprender a ocuparnos de nosotros mismos
- No sirve de nada querer o necesitar algo porque de todas maneras no lo conseguiré
- Cuando expreso una necesidad solo consigo frustración, así que ¿para que molestarme?Puede que no seamos capaces de reconocer nuestras necesidades pues las hemos negado durante tanto tiempo que ya casi no las tenemos en la conciencia.
Nuestras expectativas negativas se encuentran en lo más profundo de nuestras heridas internas y nos crean una profunda desesperación por no legar a ser nunca amados, aceptados o comprendidos.
Observa tus expectativas negativas:
¿que crees que podría pasar si te abres?
¿Como te decepcionarían?
¿Notas algún patrón en este sentido?.
Es importante detectarlas, pues nuestras expectativas negativas se convierten en profecías que se cumplen.
Ya sea que nuestras expectativas surjan en forma de ira, de decepción o de acusación (expectativas positivas) o puedan ser identificadas por una creencia negativa que cubre nuestros deseos o necesidades (expectativas negativas), de todas formas cubren un lugar dentro que está profundamente herido y hambriento.
Al mirar desde la conciencia del niño, la realidad que vemos en el presente se encuentra distorsionada.
Nuestro niño interior proyecta en el presente lo que experimento hace mucho tiempo, con todos los miedos y la desconfianza provenientes de la experiencia. Puede que el presente sea mucho más seguro y lleno de amor de lo que creemos, pero no somos capaces de verlo, seguimos reaccionando como un niño y para descubrirlo, tenemos que descubrir nuestras expectativas.
Sin conciencia ni comprensión es fácil sentirnos victimas de nuestras parejas o de la existencia por todo lo que nos está pasando en lugar de ver que somos nosotros los que lo estamos creando, pero al identificar el patrón con una profunda compasión y perspicacia podemos empezar a cambiarlo.
La mente de nuestro niño basada en la experiencia de nuestra niñez, ha formado creencias y repite patrones, y tenemos que encontrar una manera de salir de esa película que está distorsionando nuestra realidad presente con proyecciones del pasado.
(Dr. Thomas Trobe)