Entrenar la atención: equilibrio emocional

 

Al practicar mindfulness nos vamos haciendo cada vez más conscientes de los pensamientos, pudiendo desidentificarnos de ellos.

Se trata de tener conciencia que se está pensando, cuando se está pensando.

No se trata de dejar la mente en blanco como se dice por ahí…

 

Meditar no es pensar, pero no pensar, tampoco es meditar, meditar es llevar la conciencia al proceso del pensar y a los pensamientos como objetos de la mente. La meditación consiste en mantener la conciencia clara del proceso del pensamiento, lo que nos permite percibir los pensamientos como lo que realmente son (eventos mentales) en vez de tomarlos como algo real y sólido.

 

Al reconocer que el pensamiento es un pensamiento, empezamos  a ver su transparencia, su fluidez y su relatividad, creando más espacio en la mente cuando dejamos de engancharnos con ellos o de perdernos en ellos, recuperando el poder que, sin darnos cuenta le habíamos cedido y encontrándonos en una mejor disposición para prevenir o remediar el desequilibrio emocional.

 

Con el tiempo, el volumen y la intensidad de los pensamientos, disminuye, generando más espacio y energía para la comprensión y la creatividad, haciendo que disminuya el estancamiento en emociones difíciles (que se alimentan de pensamientos) y podrás recuperarte más rápidamente cuando estés  atrapado en la confusión emocional.

 

La conciencia de los pensamientos, o sea ser testigos de ellos sin identificarnos con ellos, nos abre la puerta a formas alternativas de interpretar cualquier  situación, reduciendo así los patrones  reactivos de apego, aversión y evitación.

Aunque a primera vista pueda parecer difícil, extraño e incluso irrelevante, es posible aprender a  reconocer un pensamiento como lo que es: un pensamiento. La capacidad que permite este aprendizaje, se llama conciencia.

 

 

La relación entre la conciencia y los pensamientos, es similar a la relación entre el cielo y las nubes, al meditar nos comenzamos a identificar con la conciencia (el cielo) y cultivamos la capacidad de reconocer los pensamientos (las nubes) como fenómenos transitorios y relativos.

 

La atención se entrena llevando la conciencia a la respiración cada vez que te des cuenta que la mente  se ha puesto a divagar.

 

Cada vez que la mente se dispersa, se abre una nueva oportunidad  de entrenar la atención.

 

 

Atención a la respiración

 

 Hay varias razones para comenzar con la atención a la respiración:

 

1- Porque las sensaciones de la respiración son relativamente más tangibles y concretas que el resto de las sensaciones, los pensamientos y las emociones, lo cual facilita que se pueda utilizar como ancla para traer de vuelta la atención una y otra vez, además, al traer la atención a la respiración, la desviamos de la cabeza, permitiendo así el acceso a una perspectiva más física y experiencial. 

 

2- La respiración está presente mientras estamos vivos, suele ser algo bastante neutro y que no provoca fuertes sentimientos de placer o de rechazo, lo cual hace más fácil estabilizar la mente.

Aunque sean más o menos sutiles, siempre hay sensaciones asociadas  a la expansión de la inhalación y a la contracción de la exhalación.

 

3- La mayoría de las veces, respirar no requiere ningún esfuerzo.

 

4- La respiración tiende un sutil puente de integración y equilibrio entre diversos pares de opuestos: la actividad mental y los estados corporales, las funciones voluntarias  e involuntarias del cuerpo y las ramas simpática (luchar o huir) y parasimpática (descansar y digerir) del sistema nervioso autónomo.

 

5- La respiración es la estrategia  más simple, rápida y a menudo accesible para  regular la emoción. Es obvio que la respiración se acelera  y se hace más superficial ante emociones fuertes, como el miedo o la ira, y no hay duda de que dos o tres respiraciones profundas pueden ser útiles para navegar por un sentimiento intenso.

 

Notar la respiración, percibir como la mente se dispersa y traerla de nuevo  con amabilidad,

son componentes importantes para el entrenamiento de la atención.

 

Con la práctica de la atención plena y la conciencia de nuestras sensaciones corporales, recuperamos activamente el cuerpo como una dimensión preciosa de la vida (incluso durante una enfermedad grave), poco a poco sintonizándonos con nuestra experiencia y alejándonos de la objetivación y manipulación de nosotros mismos.

 

La atención es la capacidad de centrar la mente a voluntad en un determinado objeto. Se trata de una destreza fundamental necesaria para cualquier tipo de aprendizaje efectivo.

 

La capacidad de prestar atención es esencial para el equilibrio emocional, porque da libertad de enfocar la mente de manera constructiva, en vez de estar constantemente distraído por estímulos aleatorios internos o externos.