Psicología del Despertar- Integración Psicologías de Oriente y Occidente

Una cosa es participar en retiros y tener experiencias extraordinarias y otra muy distinta llegar a integrar las nuevas comprensiones en la vida cotidiana.

Aisladamente considerados, el trabajo psicológico y el trabajo espiritual son limitados, y el desarrollo exige su adecuada complementación.

El despertar necesita de la psicología tanto como la psicología necesita del despertar.

Cualquier psicología del despertar realmente completa deberá investigar la relación existente entre las dimensiones suprapersonales, personales e interpersonales.

 

La psicología del despertar subraya la necesidad de emprender una práctica en tres dominios diferentes, la meditación (en lo que respecta a la dimensión suprapersonal), el trabajo psicológico (como forma de explicar las relaciones personales) y la práctica de las relaciones conscientes (en cuanto a su dimensión interpersonal).

Cada una de estas prácticas tiene ramificaciones en las demás.

No basta con alcanzar determinadas comprensiones espirituales, sino que también es esencial desarticular las pautas emocionales y mentales subconscientes ancladas en el cuerpo y en la mente que impiden la realización de una modalidad de ser más elevada y plena.

 

El proceso de individuación requiere un proceso de clarificación psicológica que estimule el desarrollo de un individuo auténtico que pueda encarnar y expresar en su persona las dimensiones superiores del ser.

No sólo debemos aprender a abrirnos y entregamos a lo divino y a lo último, sino que también debemos comprender -al menos en Occidente- el modo como la maduración individual puede ayudarnos a integrar la realización espiritual en el entramado de nuestra vida personal y de nuestras relaciones interpersonales.

 

No sólo debemos, pues, despertar a nuestra naturaleza espiritual última, sino que también debemos crecer y convertirnos en personas maduras plenamente desarrolladas.

 

La psicología occidental se ha dedicado al estudio de la mente condicionada y la ha investigado de un modo tan brillante como lo ha hecho Oriente con la conciencia incondicionada. Así es como nos ha permitido comprender, por primera vez en la historia, el funcionamiento del psiquismo individual, su proceso de desarrollo, los conflictos que le aquejan y cómo reproduce, en la vida adulta, las contradicciones internas, las pautas defensivas y la dinámica interpersonal que aprendió en los primeros años de la infancia. Desde esta perspectiva, la curación psicológica exige la comprensión, la explicación y el trabajo con esa dinámica evolutiva.

 

Oriente y Occidente han dado origen a dos modalidades de psicología que se basan en métodos distintos y que apuntan en direcciones completamente diferentes.

Por su parte, las psicologías contemplativas orientales se han basado en la práctica meditativa y enseñan el modo de alcanzar el conocimiento directo de la naturaleza esencial de la realidad que subyace más allá de nuestra mente conceptual convencional.

 

La psicología terapéutica occidental, por su parte, se basa en la práctica clínica y el análisis conceptual y nos permite rastrear las causas y condiciones concretas que determinan nuestra conducta, los estados de nuestra mente y la estructura global de nuestra personalidad.

 

Pero aunque el énfasis oriental -en la conciencia no personal y en la realización directa de la verdad y el énfasis occidental -en la psicología individual y en la comprensión conceptual puedan parecer contradictorios, también son, desde otra perspectiva, complementarios. En última instancia, ambos enfoques resultan esenciales para una comprensión plena de los potenciales intrínsecos a la existencia humana.

 

El hecho es que, más allá de sus diferencias geográficas, étnicas y culturales, Oriente y Occidente representan dos facetas diferentes de nosotros mismos cuya relación podríamos asimilar a la que existe entre la inspiración y la espiración.

En este sentido, el énfasis oriental en abandonar toda fijación a la forma, los rasgos individuales y la historia se parece a la espiración, mientras que el énfasis occidental en la forma, la individuación y la creatividad personal se asemeja a la inspiración. Y del mismo modo que la inspiración culmina en la espiración, la espiración concluye en una nueva inspiración. Se trata de dos facetas tan complementarias que resulta inconcebible separarlas ya que una, sir la otra, sólo representa la mitad de la ecuación.

J. Welwood